sábado, 18 de diciembre de 2010

Sobre la prensa y los valores


Muchas veces hemos mal llamado “ciencias” a las “ciencias de la comunicación” y aunque ésta no es exacta, tampoco es un oficio cualquiera del que muchos empíricos y/ o profesionales viven. El periodismo es más que eso; ser periodista es saber ser ético y percibir que la mayor obra del arte humano es la justicia.

La prensa que no toma en cuenta los valores por más absurdo que parezca, está destinada a ser efímera e intrascendente. Aunque resulta fácil trasgredir la realidad con adjetivos superlativos y de mayor impacto, el lenguaje insinuante y tendencioso del que algunos se ufanan, no es sinónimo de agudeza y buena pluma, sino de irresponsabilidad y cobardía. Precisamente por la derrota de los valores y el éxito del cinismo es que atravesamos por esta crisis mundial.

Los valores permitieron ser parte de la civilización a la que pertenecemos, y hoy la mayoría de nosotros sufrimos una crisis de ética y pérdida de valores que nos empobrece día a día. Todos esos valores podríamos agruparlo practicando la empatía, interesándonos por los demás, tomando en cuenta sus necesidades para una mejor vida en común. Aquí también están inmersos los medios de comunicación como la prensa que ha emprendido una carrera suicida para que a través del amarillismo escrito y la denuncia con olor a escándalo, puedan subir sus tirajes. Estos medios masivos han borrado de su vocabulario la palabra empatía y se han convertido en cómplices de los grandes destructores de la humanidad.

Algo que afirma Guillermo Giacosa en su artículo “La prensa cumple mal sus deberes”: Tiene suerte el periodismo (el local al menos) de que la mayoría de televidentes, escuchas o lectores no hacen una revisión crítica o buscan una segunda opinión de lo que ven, leen o escuchan. Cada uno ve lo que quiere ver, pero el papel de la prensa debería servir para equilibrar, no para calentar cabezas, para aportar datos que encaminen a una visión más objetiva y racional de la realidad que nos toca padecer. Es esa una dimensión ética y pedagógica que debiera ser el motor principal de nuestra profesión. Un país cuyos ciudadanos se pueden permitir un pensamiento crítico. En otras palabras, una nación que permite a sus ciudadanos pensar por sí mismos es un país destinado a desarrollarse con los aportes conscientes de seres humanos dispuestos a asumir su papel de sujetos de la historia.[1]

Nos encontramos en un trance muy grave, difícil de superar. La prensa en su mayoría está al servicio de los apetitos políticos, las ambiciones personales, la desesperación de los corruptos en cárcel o fuera de ellas, del dinero fácil, de las intrigas palaciegas y de los intereses personales que tanto daño han hecho y seguirán haciendo al Perú. Por es, tal como dice César Hildebrandt, es urgente que los periodistas jóvenes entiendan que hablar de valores no sólo no es anticuado, sino futurista. Toda tarea del periodista debe ser pensando en el bien común, en la amplitud de los afectos, en la gracia de la empatía, en el retorno a esos valores del humanismo que nos dirigen a la cultura y a la paz.



[1] Guillermo Giacosa. “La prensa cumple mal sus deberes”. Citado en la siguiente página Web: http://www.informalisimo.com/index.php?option=com_content&task=view&id=166&Itemid=1

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