miércoles, 29 de diciembre de 2010

No quiero escribir

El lapiz y el papel no están a mi alcance para escribir o garabatear lo que mi alma quiere transmitir; por eso, en esta ocación sólo seré breve porque tampoco tengo ganas de escribir.

Muy a menudo vienen a mi mente recuerdos de mi infancia: las amigas, el colegio, mis primas y las barbies. Aunque no hubo momentos increibles para contar, sólo digo que no quiero escribir para no dejar salir esa lágrima del pasado.

Pero no piensen que le hecho la culpa a los años 90'. ¡No señores! Le hecho la culpa a mi debilidad, a mi sensibilidad ante las cosas, porque cuando tenia algo que decir no podia ni empezar.


¿Enamorado en el colegio? ¡Jamás! Mi orgullo y vanidad podían más, no sé si por temor o porque nunca llegó el indicado. Ya no sigo porque no quiero escribir los locuras que presencie de mis demás amigos, adolescentes como yo, pero a la vez tan diferentes.

Pasó el tiempo y mi rumbo cambió: la ciudad y los amigos eran otros, todos desconocidos para mi. Un noche de estudios un ángel me habló, se hizo mi amigo luego fue especial... hoy sólo tengo que decir que gracias a él escribo; pero hoy no quiero escribir.

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